26.12.12

Oyendo al Eco...


Tita rezaba. Rezaba por todos. Rezaba con tanta devoción que dolía, como a ella le dolía el sufrimiento del mundo. Virtudes católicas, pero de alma buena.

Ahora tomo su mano para hacer y compartir con ustedes lo que ella hizo hasta el fin de sus días.


Si sientes que está ahí, habla.
A veces, aunque no responda, escucha.
Si la razón lo niega al exterior,
Búscalo dentro de ti.

Hasta los abismos del ser darán un eco.

Que tú inteligencia y tu humanismo
Corten a través de las tinieblas y las mentiras
Pero que no te vuelvan cínico,

Que tu soledad sea el silencio de las montanas,
Pero que tu cantar sea libre.
Tu alma que siempre este a un abrazo de distancia.
***
Que nadie evite oír el llanto
De esta madre tierra morena
Hasta aprendamos a escucharla.

Que cambie de color el dinero
Que el agua y el aire valgan más
Que el cianuro y el oro
Que regresen como la primavera
Las sonrisas que salpicaban las casitas
De valles, selvas, desiertos y montes.

***
Que el sufrimiento sea expulsado
De nuestros hogares y plazas
Pero que nunca más nos resulte ajeno.

Que las agonías de los padres
De hijos arrancados sean
Algo más que desgarradora poesía.

Que la sangre, tan devaluada en estos días
Deje de ser la moneda del sistema
Y la vida no tenga conversión a cifras.

Que los que mueren por sus semejantes
Sean los últimos casos de una epidemia
Que sean el definitivo, Nunca Más.
***
Que los que vienen tengan un lugar
Que los colores, matices y leyendas,
Sean un manto que los llene de orgullo.

Que el legado de los que se van no sea un vacio,
Si no sinónimo de nuestra historia colectiva y memoria
Alas y no grilletes, comunidad y no rencores.

Que se sanen las heridas que no dejan de sangrar
Que las culpas se transformen en perdones
Las nuestras, las de los otros, las de todos.
***
Que se vacíen los páramos y las mazmorras
De honestos, justos y valientes, y
que regresen a casa frente en alto como se marcharon

Que la rabia que ahora mantiene a los rebeldes
De pie y con el puño en alto en las sombras
No se transforme en odio.

Que la marcha que comenzó por la emancipación
Llegue a la cima allende nuestros sueños
Y que termine en un abrazo de hermandad y respeto.

Que aquellos que se han levantado del olvido
Una vez más con el baluarte de la dignidad
No ocupen el lugar de su monstruoso adversario.

Que esos avatares de la mortal injusticia
Regresen de sus palacios y su delirio
Y vean el mundo a ras del suelo.

Y que como aquellos que se oponen a su paso con voz de ‘No pasaran’
Sean libres.
***
Que resuenen desde los abismos los ecos!
Que dejen para siempre de ser la voz clandestina.

13.8.11

Monson

Nube de Monson,
monumento gaseoso
aplasta Benares.

20.5.11

Sobre la nueva programación de Televisa.

Hace poco vi la nueva mega producción de García Luna.

Un churrazo llamado "El Equipo" con el empalagante slogan de "Ellos saben que el bien vencerá"

Sin mencionar el despilfarro de nuestros impuestos en montar una obra de teatro dirigida a darnos atole con el dedo el guión de SSPproductions es verdaderamente patético.

Cualquier mexicano que haya lidiado con el sistema jurídico mexicano debería de notar que una oficina judicial en donde no haya ni un "wel", "pinche" o siquiera una discreta alusión alburera a comentarios "agárrame el rifle" debe de pertenecer a otro país, o por lo menos, a otro México muy lejos del que es gobernado por la gente que mando hacer esta serie.

Pero bueno, es de esperarse del poder.

Lo que es desesperante es que haya gente que sabiendo la situación nacional, que a sabiendas de las demandas populares de renuncia del Secretario de Seguridad Publica Federal, sigan viendo tal mamarrachada.

En fin... ya habrá el momento en el que la verdad nos estalle en la cara y en ese momento, a ver si apagamos la pinche tele.

Me despido con la primer imagen que me vino a la mente cuando me topé con la serie arriba mencionada.
Hasta la próxima!


 

11.4.11

Carta postuma a Luis Torner Camargo

Querido abuelo (sé que tu carino no era de este estilo, pero ni modo)
?Que te puedo decir? Te me adelantaste con tu partida y me dejaste una bolsa llena de historias que quería compartir contigo. Historias justo del tipo que tanto nos gustaban, como las que me contabas cuando nos tumbábamos en las hamacas de la casa para escapar del calor del taller: tu trabajo como buzo soldador, las peripecias para cortejar a mi abuela, tu resistencia frente a la extorsión y el narco. Historias de viajes, de gente y de vida.
?Te acuerdas? Yo sí, y por eso me rehúso a escribirte como si fueras parte del pasado. Simplemente es imposible dejar de formar parte del presente de alguien después de haberle dado parte de ti durante tantos anos.
Sé que con un espíritu como el tuyo, siempre deseoso de construir, reparar y transformar el entorno el ocaso de tu estancia en este mundo te resultaba difícil de asimilar. Pero vaya! Tus historias de juventud pudieron haber despertado el hambre de mundo, pero el Luis Torner que conocí en persona me enseñó algo diferente. Me enseñó con el ejemplo la belleza de una vida que ha madurado hasta la tranquilidad como un río que después de su indómita juventud entre rápidos y cascadas evoluciona hasta ser un flujo manso y estable junto al cual se encuentra sustento en sus aguas e inspiración en su trayecto.
Te veo como ese río y también te veo como un árbol que ha pasado de lo lozano a la solidez. Puede que te frustrara ya no ser capaz de pasar 16 horas bajo el sol del Itsmo de Tehuantepec pero sin quererlo (o tal vez sin saber) hacías mucho más que lo que tu trabajo reflejaba. Viejo y nudoso, tu tronco fue el pilar sobre el cual se edificaron dos generaciones de la familia que lleva tu apellido mientras que la sombra de tu follaje dio refugio a todo aquel que sufría de la insolación y las tormentas de la vida ingrata. En ese santuario vivieron aves que llenaron de musica el espacio y su corteza fue el papiro en él se escribieron mil anhelos, proyectos, comedias y dramas. No lo ves?
En cuanto a mí, no nos pudiste dar nada más valioso que lo que en su momento nos diste; y no puedo recordar acto más heroico que ver esas manos marchitas tomando la viaja carabina del rancho para defender a tu familia de quien trataba de destruirla. Nunca se volvió a hablar de eso, lo dejamos pasar como se deja pasar un mal recuerdo, pero hoy -a pesar de entender y respetar las razones del silencio- te doy las gracias en voz alta. Ese agradecimiento ahora me sabe a vértigo cuando miro el vacío que nos corresponde llenar con tu partida. Un vacío que nunca se llenara del todo.
Sé que más que tu propio destino, te preocupaba saber que pasaría con los que se quedaban después de ti. No tiene caso negarlo pues la ultima vez me confesaste que querías seguir luchando hasta terminar los proyectos que asegurarían el bienestar de tus seres queridos. Aquella vez me partió el corazón ver la angustia en tus ojos cuando me preguntabas que pasaría con el trabajo de dos generaciones, ese nicho de oportunidad y proyecto de vida que tenia como nombre Rancho Cuatro Hermanos. Aun lamento no haber podido hacer nada para evitarte en el injusto dilema entre la venta de tu vida o la posibilidad de un conflicto que ya no podrías mediar. Ahora veo una ironía. A ti te preocupaba que pasaría con nosotros los vivos si el rancho dejaba la familia, a mí me preocupa que pasara con tus cenizas y las de nuestros antepasados si eso llega a suceder. No puedo decir nada más, solo tú sabes la respuesta ahora que la moneda esta en el aire.
A lo que si puedo responder son a las ultimas palabras que escuche de tu viva voz. Y he de decirte que tenias razón. Simplemente dentro del enorme espectro de posibildiades que nos da la vida dia con dia, la manera mas honorable de vivir no esta en el hedonismo desarraigado del viaje interminable; pues para que existan lugares paradisiacos y autenticos donde uno pueda desintoxicarse de la mentira del mundo en el que vivimos es preciso en primer lugar defenderlos y luchar por esos lugares y eso implica forjar un compromiso con los lugares donde se ha enterrado el corazon. Siempre sé esta en manos del azar y la causalidad, pero no hay manera más digna de vivir esa condición que manteniendo el valor de la palabra otorgada. Al fin y al cabo, nuestro pasado y nuestra palabra es lo unico que queda. No es así?
Pero hay más y esto también lo sabias.  
El imperio de estos tiempos de cambio nos conminan a sacar lo mejor de nosotros. Todos tenemos un camino unico e individual que tenemos derecho a explorar pero antes formamos parte de una comunidad que habita de manera compartida un barrio, un pais y un planeta que no solo tomamos prestado de nuestros hijos y nietos sino tambien de los de millones de especies animales y vegetales que tambien reclaman sus derechos como habitantes del mundo. Asi de fácil, u honramos la responsabilidad que tenemos dentro de estos tiempos o nos dejamos contagiar por esta ola de corrupción característica de nuestros días: que todo permea y todo destruye a nombre del enriquecimiento y el desarrollo exclusivamente individual. Nunca coincidíamos en las palabras, pero si en el mensaje: La vida según el sueno de enriquecimiento de algunos cuantos es insostenible y muy pronto veremos las leyes inmutables del cambio y la transformación manifestarse de maneras nunca antes vistas.
Puede que a ti no te tocara vivir este periodo -tú hiciste lo que te tocaba en el tuyo- pero para nosotros, los que nos quedamos (o por lo menos para mí) ese gran signo de interrogación es la única certeza y nunca fue parte de tus enseñanzas enterrar la cabeza a esperar el alud que se aproxima. En algún lugar de por aquí me dijeron que la época de los grandes maestros había terminado. Tal vez es por eso por lo que te vas en estas fechas. Pero me gusta pensar que si el curso terminó es porque la lección ya fue aprendida y que si hemos de entrar en la etapa más oscura de la noche con tu partida es porque más adelante habrá un nuevo amanecer. Sino para nosotros por lo menos para las generaciones siguientes que tendrán sustento en las raices de las cuales ahora formas parte.
No lo dudes ni por un momento abue Luis. Esos veranos y vacaciones contigo son de los momentos más felices de mi vida y si termino esta carta con una sonrisa es porque sé que esos recuerdos son un tesoro valiosísimo inscrito en mi corazón. Tu labor fue más que cumplida y ese ejemplo de vida seguirá marcando el buen camino de todos quienes te conocieron por muchos anos más.
Ahora, mi viejo, descansa.

Te quiero



18.5.10

Contextos y experiencias

No es un secreto que me guste caminar por las calles de Coyoacán. Ni que tomar una taza de café en alguno de sus locales para luego pasearme por sus callejones me parece todo un plan para una tarde. Café, caminata, banca, caminata y de regreso a casa en un trayecto sin prisas.

Lo que pocos saben, es que existe una configuración particular, que en lugar de relajarme me genera taquicardia, aumenta mi presión sanguínea y pone a bailar mi maxilar como en un ataque epiléptico. Como una ansiedad química que deja mis manos temblorosas por el resto del día, mis ojos pelados durante la noche y a mi conciencia sin siquiera darse cuenta de esa transición.

Una secuencia única de lugares y bebidas, que pasa por un café bien cargado en "A". Luego se dirige lentamente hacia "B", para luego regresar medio camino y torcer hacia "C". La última parte de este recorrido, inicia cuando el ciclo de "C" se agota y entonces mi metabolismo tiene que hacer un esfuerzo extra para controlar los estimulantes que se han acumulado en mi sangre y en el sistema nervioso central, mientras camino -casi a regañadientes- hacia el oriente.

Los efectos de ese "cocktail" pueden sonar poco agradables. Apenas un centenar de minutos de euforia y luego horas, tal vez días, de una eriza incontrolable. Pero, como casi todo, es cuestión de interpretación. La euforia puede ser tensión y la eriza transformarse en mariposas gástricas.

Sueños húmedos o pesadillas; todo depende de con quién te estas echando el tiro. Por más constante que sea la substancia, la experiencia nunca será la misma; por mas experiencia que se tenga, siempre habrán buenos y malos viajes. 

La mejor droga del mundo es lo peor que te puede faltar.


22.2.10

Destinos (¿finales?)

Después de dias de pensarlo.
Absorto y a la vez en todas partes.
Harto de esto y expectante de lo que vendrá,
tomé la desicion de volver a ti.

Creía que durante este tiempo te había estado olvidando,
que mi último tributo había comprado tu paz y de paso la mia.
Pero hoy me descubro aterrado por tu imagen.
Casi tanto como atraido por la fuerza que ejerces sobre mis manos, mis músculos, mi espina.

Una única voz.
No se si la más cuerda o las más demente
me llama a la precaución.

Sabe que pasa.
sabe que puede pasar
y lo transmite en códigos intelegibles

Cuando sea el momento,
cuando ya no haya luz
sólo ese silbido lanzado al vacio
un atentado contra el silencio me acompañará.

16.2.10

Welcome to Tijuana (Parte 4)

Después de horas y horas de memorias, llegábamos al fin de la crónica; y con ella pareciera que la experiencia de mi compa por fin era asimilada del todo. La última parte de la narración comenzó de la siguiente manera...

Por fin llegó mi turno frente al vicario del código penal del Estado de Baja California. Siguiendo la liturgia, me enredé lo que alguna vez fue una casaca, similar a la de las construcciones o el aeropuerto, pero opaca, sucia y desgarrada de tanta criminalidad. Extendí mis manos, para las esposas y grilletes. –No.- Cambió de opinión el nuevo guardia -Déjate nomás los grilletes.- y levantó las esposas recién liberadas con la mano izquierda mientras llamaba a lista a otro más de los del pasillo.

Una vez asegurado, crucé por fin, la línea prohibida que marcaba la viaja sabana sobre la reja. Al otro lado, la negligencia de quien tapió las ventanas de la habitación me facilitó re-encontrarme con el sol. Agradecí su ineptitud y procuré interponer mi rostro al haz de luz el mayor tiempo posible. Una luz tibia como caricia. Tan bien se sentía que la ansiedad de conocer el resultado final del peritaje de mi situación por un momento desapareció.

Tiempo apenas tuve de pensar que la luz artificial era una de las cosas más desesperantes del encierro cuando se me ordenó cruzar la vieja y ominosa puerta de metal.

De regreso a los cubículos, los oficios y los licenciados me siento como en otro lugar, a cientos de kilómetros de distancia. Por esa sección, alfombrada y climatizada, limpia y ordenada si había pasado la formación media y media superior. Real y sin embargo también aparente, mi re-inserción a ese espacio fue la confrontación implacable entre el inframundo marginal, segregado y criminalizado de los parias de Tijuana y otro, de élites que determinaban de manera fría e impersonal el futuro de los primeros. Era la reproducción a escala de mi ciudad, de mi país y del sistema en el que vivimos. La súbita inmersión en el mundo de la burocracia también resalta los cientos de pequeñas convenciones, las decenas de ‘clicas’ de la 'gente bien' que se forman, reproducen e interiorizan en ese ambiente.

Ya en uno de los tantos cubículos que había visitado al comienzo de mi estancia, un chiste que sonaba a viejo, como si estuviera desgastado y remendado como un calcetín fue formulado por un custodio a mis costillas. La destinataria del chascarrillo, no rió. Era la misma mujer que en su momento me preguntó por mi estado de salud; la única persona dentro del enjambre judicial a quien vi comportarse más allá de la norma. La relatora de mi versión de los hechos.
En ella ví unos ojos cansados, una piel tal vez un poco más pálida que en la ocasión anterior y unos cuantos cabellos rebelándose frente un peinado realizado quien sabe cuántas horas antes. En otras palabras, el paso del tiempo oficial también hacia mella del otro lado de la balanza de la ley.

Intenté amenizar un poco la situación con un comentario que consideré simpático.

-Pareciera que nosotros, no somos los únicos encerrados.-

La mujer suspiró y mientras miraba al vacío admitió con tono de pregunta. –¿Si, verdad?- Para luego comenzar a manipular su ordenador en búsqueda de mi expediente.

Con dedos voladores escribió mi nombre y la palabra “alias” al lado de este. Sorprendido contengo la respiración pensando en si hubo algún mal entendido (y de haber sido así si habría de enorgullecerme o aterrarme), pero no. Mi seudónimo no era más que el producto de un error de captura durante la primera noche, un error de ortografía y nada más. Ejemplo perfecto de que el papeleo es capaz de quitarle el glamour a todo tipo de situaciones.

Siguiendo con la declaración, doy mi nombre (bien deletreado), dirección, teléfono, estado civil y demás datos que se mezclaban con párrafos prescritos y transmutados con la opción de cortar y pegar. Luego vino una serie de contraseñas, nomenclaturas y siglas que revistieron de solemnidad la de otra manera intrascendente historia del pipazo en la banqueta.

Procuré ser honesto y mantener la postura ética que siempre he defendido de que, al menos desde mi humilde opinión, la posesión y consumo lúdico del cáñamo sativo no es algo que amerite tal movilización de recursos tanto jurídicos y como materiales. Mi relatora se sonrió ante ese mal catalogado cinismo, así como lo hizo cuando le expliqué las razones de mi amorío con la dama verde: apetito, paz, tranquilidad, contemplación, inspiración… -En la mayoría de los casos solo dicen que los relaja- comentó mientras sus dedos repiqueteaban sobre el teclado.

Al tiempo llegó mi abogada pública y putativa. Mujer despampanante y mal humorada, del estilo de Rosa Gloria Changollan, la tesorito...

- Hacemos una pausa, mi amigo ríe y comparte los recuerdos que tiene de la única persona que podía haberle heredado esa forma de relacionar imágenes. La misma que es responsable de la existencia de este tipo de ejercicios.- Continuando con la entrevista con la abogada de oficio, mi amigo prosiguió.

Al presentarse la mujer, extendí mi mano hacia ella, pero supongo que le parecí peligroso ya que se limitó a mirarla de reojo para después voltear la vista e ir directo a su trabajo. Un trabajo que de tan repetitivo parecía más bien un encuentro de café con la capturista con la cual el vínculo de confianza era notorio. Hablaron sobre mi situación ignorándome olímpicamente. Y en esa especie de tertulia parecía que se invertían los papeles entre mi capturista aliada y mi supuesta defensora que se limitaba a enviarme miradas de reproche de cuando en cuando.

En eso estábamos cuando la entrada a la habitación de un hombre ridículamente delgado, calvo, de facciones de roedor y mirada esquiva hizo que ambas mujeres enmudecieran y tomaran un expresión seria. Llegaba el juez de la mesa estatal de averiguación previa Núm. VII, el cual regresaba de tomar algún tentempié o al menos eso declaraba la servilleta que frotaba sobre sus labios y barbilla.

En ese mismo momento se dirigió hacia mí y sin mediar saludo o presentación comenzó su interrogatorio. Percibí la violencia de sus preguntas, los vericuetos gramaticales que tomaba con la intención de hacer que me contradijera; la altivez de quien se sabe dentro de su pequeño coto de poder. Al cabo de un rato, aburrido ya, el soberano de la mesa VII da por terminado su ataque soltando a manera de recomendación una amenaza velada: -Hay que tener cuidado, un error en la declaración y… no, no. Derechito al penal…-

El resto de la declaración fue mucho más incómoda; sobre mi espalda sentía la mirada de buitre de aquel hombre. Temía que en cualquier momento saltaría sobre mi esgrimiendo la contradicción que me confinaría a las rejas, ó que encontrara un cabo suelto que diera pie a un nuevo embate de su parte. De hecho, hubo un momento que llegué a desear dejar esas salas climatizadas por estar de regreso en la segura penumbra de la celda, lejos de aquel hombre gris.

Pero aun faltaba para dar por terminada mi sesión en la mesa de averiguaciones previas. Parecía que los sucesos, coagulados durante el tiempo que había permanecido en la celda ahora se desbordaban uno tras otro. No había terminado mi desagradable experiencia con el juez cuando un chavo, más joven que yo y vestido con pantalón de vestir, camisa impecable y corbata de seda entró en la habitación.
Por su vestimenta (inclusive más arreglado que el mismo juez), edad y actitud, asumí que era algún estudiante realizando su servicio social o práctica profesional. El tipo seguramente habría pasado desapercibido de no ser porque, de alguna manera, directa o indirecta, también de dirigía a mi persona cuando entregaba el sobre amarillo tamaño oficio con lo que después me enteraría eran los resultados del peritaje.

A la llegada del documento juez y defensora se reúnen para analizar de manera conjunta los resultados emitidos. Y es el juez el que toma la iniciativa de compartir su recién adquirido conocimiento.

-Cin-co pun-to cua-tro gramos...- “Me cago..” pensé. -Pe-so bru-to, Cuatro punto seis peso neto- y sonríe maliciosamente al percatarse de mi expresión.
-Hubiera esperado más- le dice la abogada a su compañero de burla. -pa'que escarmentara...-.

Pero ya estaba hecho. Era mi momento de respirar a mis anchas. Con la declaración terminada y con la certeza de que la cantidad no excedía los límites de la sanción administrativa el resto de mi encierro sería simplemente esperar. Los minutos siguientes no podía contener mi sonrisa. Por otro lado me pareció que el el resto de las personas de la sala también se relajaron, como si hubiera dejado de ser el criminal con grilletes para ser una mera visita que venía de paso. Sin embargo, las reglas eran las reglas y aún quedaban aproximadamente seis horas de sanción que demandaban ser cumplidas.

Antes de cruzar la puerta de metal de regreso al área de celdas, le agradecí a mi aliada-relatora el apoyo que hasta la fecha no podría explicar de otra forma más que moral. -Ni lo digas. El hecho de que sean criminales no es excusa para maltratarlos...- Le agradezco de todos modos.

Fui recibido como quien regresa de un viaje. Con el barullo correspondiente a las entradas y salidas de los internos y con mis compañeros de celda haciéndome las preguntas de rigor: ¿cómo te fue pareja?, ¿qué te dijeron?, ¿qué hora es? La cuales traté de responder lo mas cabalmente posible.

Al parecer mi encuentro con el juez marcaría el inicio de la ronda de declaraciones correspondiente a nuestra celda. Al poco tiempo fue llamado Carlos, que al igual que yo se colocó la vieja casaca y puso su mejor cara antes de cruzar la puerta de metal. En la celda no pasó mucho tiempo. El barullo de mi regreso apenas había desaparecido cuando fue reactivado con la aparición del pandillero de la 18 en la galera de celdas. 'Portación de consumo personal. Sanción administrativa de 48 de retención.' Mismo dictamen, que celebramos con un choque de manos en son de mutua y reciproca felicitación.

Inclusive, el 'otro' Carlos, joven de escasos 19 años que había llegado ahí después de que la marina realizara un operativo sorpresa en su domicilio tras haber recibido una denuncia anónima sobre un punto de venta de CristalMeth, suspiro aliviado pues la única evidencia física en su contra hallada después del cateo era una carga de hierba y una pipa de agua.

Pero la alegría generalizada no duró mucho. Vio su fin con el regreso de Hassan, que con mirada al vacío y voz entrecortada con comunicó el dictamen de la mesa de averiguación: Media onza de marihuana (16 grs.), equivalente a 12 mil pesos de multa ó 18 meses de prisión en un CERESO federal...

Sentí una parte de esa cubetada de agua fría. Mi principal interlocutor y confidente, con quien había matado las últimas casi 40 horas de mi vida irradiaba, con la adrenalina a flor de piel una especie de grito silencioso; un lapsus que lo trasladaba hacia el abismo más solitario del planeta.

Después de la crisis, ya con la misma mirada de órbitas oscuras y pupilas salvajes que en su momento adquirió uno de nuestros compañeros de celda cuando narraba el testimonio de un asesinato que le había tocado presenciar; Hassan dijo de forma severa e inapelable a otro de los recién llegados el destino que habrían de compartir.

Las horas siguientes pasaron entre reflexiones libertarias y la lectura y firma de las declaraciones. En dos ocasiones mis estudios me volvieron la persona indicada para la lectura en voz alta de la declaración de los reclusos analfabetas que nos acompañaban. El préstamo excepcional de una pluma y una hoja de papel todavía permitió cierto intercambio de datos antes de que del cubículo del celador saliera mi nombre por última vez. Al oírlo, listo como estaba tomé mis últimos segundos en despedirme de todos los habitantes de ese lugar, especialmente del Gran Carlos y Hassan.

Tras dar unos pocos pasos después de oír cerrar la puerta del lugar que había sido mi prisión durante 48 horas, un grito me hizo mirar la celda por última vez. Ahí, pegado a la puerta de la celda asinada con una sonrisa casi de esperanza, el joven rapero me dirige por última vez unas palabras...

-¡Hey pareja! Hay que echarle ganas a la vida...- Me dice mientras levanta el puño como si, la no-depresión fuera un acto de rebeldía.

Le respondí de manera afirmativa, prometiéndome dejar un rastro, un registro que como un mensaje embotellado pueda ser encontrado con la dirección web que me había encargado de distribuir...

-Y este es el fin de mi historia compañero. Esa promesa es la razón de que exista la crónica de esas horas.- Dijo a manera de conclusión mi amigo. -Si en esa situación aun había chispazos de alegría, entonces nos queda todavía mucho que hacer aquí afuera.- sentenció.

Cronista y escribano nos miramos a los ojos, la gran aventura que con alegrías y miedos había sido narrada llegaba a su final.