25.3.09

5 am

¡Bienvenido a la modernidad!

Es el anuncio que se tatua detras de mis parpados, cuando cierro los ojos.
Es el mismo anuncio que he repetido hasta el paroxismo cada vez que llego al final del laberinto de callejuelas cada vez mas estrechas.
Donde no hay mas espacio que el necesario para dar una bocanada moderadamente decente de aire fresco.

Aqui, en los espacios ultra-individuales no hay mas cupo para ninguna suerte de vaso comunicante.

Estoy frente a la red, protegido por la causticidad impersonal,
y aun asi, se que hay varios de aquellos que tienen una parte de mi que lloran enclaustrados en lo virtual.

Que sea de su conocimiento hermanos que podriamos ser parte de una epidemia de sentimiento. La primera enfermedad de la historia en la cual los eremitas son los primeros en contagiarse. Y en la cual, a pesar de haber sufrido la enfermedad de manera conjunta, la muerte es un proceso prolongadisimo que solo puede disminuirse en la mas absoluta y agonizante soledad.

Pero hay algo ahí... un esbozo de sonrisa frente a la tragedia que escribimos con nuestro sudor y lagrimas. La pista está en esas lagrimas exprimidas por la cuarentena de la red...

Somos aun capaces de sentir y debemos de reivindicar ese sentimiento si es que en realidad queremos recuperar la dignidad que alguna vez tuvimos como especie. Si llegamos a negar ese ultimo reducto de nuestra humanidad... entonces esto ya no tiene sentido.