18.6.09

Carceles etereas

Hace poco, un descubrimiento de la física lanzo una nube más sobre el cielo que se abre a los ojos del que aquí les escribe.

Ignorando los pormenores científicos del dato en cuestión, podríamos resumirlos en una máxima tan sencilla como desoladora: nunca hemos podido (ni podremos jamás) tocar a alguien. Como si nos rodeara un aura acrílica, flexible e infinitamente delgada que nos separa de todos los demás. Habitamos una burbuja nuclear de la cual nunca podremos salir para tocar a alguien más.

En pequeñísimos espacios habitan distancias infinitas.

¿Comparten el sentimiento de soledad que emana de esta afirmación?

3 comentarios:

Alejandro dijo...

Hace unos meses jugaba con esa idea. Que tremendamente desoladora es la realidad de la ausencia de contacto.
Vivimos, aquí también, en una ilusión del mismo. Fantasía del contacto: tal es nuestra cruz.

ViolettaVsTita dijo...

¿Es cómo los silencios que aturden?
Esos son los peores...!

Aline Salazar dijo...

La soledad es permanente. Sin embargo no estamos solos. Got it? :P