8.12.09

De cara a Copenhagen

Estoy seguro que no soy el único. Niego mi individualismo cuando pienso en la sensacion que me emabrarga cada vez que veo las noticias de la Cumbre sobre el Cambio Climático de Copenhagen.

Simplemente siento un golpe en la boca del estómago, mi vision de vuelve acuosa, mis puños se cierran...

Y no se si es rabia o tristeza lo que siento cuando veo que en la última oportunidad de unir esfuerzos por algo mucho mayor que la propia especie humana -la preservacion de otros 30 millones de especies- lo que se negocia no es la vida sino el capital.

Digamoslo así. La crisis ambiental, la catástrofe que se avecina, será de tales magnitudes que todo lo demás se supeditará a esta.

Tan terrible es que los oidos de los dirigentes del mundo (en particular los estadounidense y chino) sean sordos al grito de agonía de la tierra, como ridiculo es que sea la especulación, la apuesta al futuro, lo que eventualmente sea lo que nos prive de el.

Para justificar su negligencia frente a la humanidad y al planeta entero, unos apelan a la soberanía, a la no interferencia en los asuntos internos de cada pais. Pero, ¿no acaso hay una invasión no sólo de mi país, sino de las vidas de todos los que en el habitan, por parte de los que son responsables de más de la mitad de las emisiones de carbono del planeta?

Si Copenhagen falla, será la comprobación definitiva -que llegará talvez demasiado tarde- de que construimos un sistema fundamentado en el egoismo y en el poder para satisfacerlo.

Y frente a esto, ¿que hacer?

Ya no podemos dejarnos arrastrar al absimo por aurigas cuyas mentes han perdido su humanidad. Hoy por hoy, la inacción es lo mismo que lanzarnos maniatados al rio de sangre que alimenta y reproduce al imperio del capital. No hacer nada es dejarnos llevar mansamente al matadero.

Basta ya! Es hora de organizarnos, nadie salvará al pueblo mas que el pueblo mismo y para ello es necesario que rompamos las cadenas que han puesto sobre nuestras cabezas y nuestros corazones.

Si el servicio de basura es ineficiente no nos limitemos a quejarnos, reciclemos nosotros. Si la ciudad nada en smog, renunciemos a parte de nuestra comodidad y usemos transporte público. Si unos cuantos ignoran nuestra voz y la del planeta, boicotemos sus productos.

Adquiramos la responsabilidad sobre nuestro modo de vida, todos compartimos en mayor o menor medida la culpa. Y si no iniciamos un cambio radical, tendremos que enfrentar el juicio de las generaciones futuras que ya antes de nacer, estarán condenadas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me gusta esa visión, construir cuando hay un mar en contra!