18.12.09

Tragedia anunciada

No nos dejemos engañar por el protocolario optimismo de las Naciones Unidas. Copenhagen fracasó.

Las razones que se podrán argumentar sin duda serán muchas y muy variadas, inclusive serán argumentos de muchisimo peso, pero la realidad está ahí; fría, distante y sin embargo implacable frente al destino del ser humano y del resto de las especies del planeta: no hubo acuerdo, no se hicieron compromisos vinculantes.

Lo único que se acordó fue que el próximo año se fijarán los límites a los gases de efecto invernadero. ¿No era acaso el tema de la reducción de los gases lo que reunió a los líderes del mundo en la capital danesa? Si no hubo acuerdo, ¿que diablos se negoció durante estos días? O más bien: ¿cuales eran las intenciones de los "representantes del mundo" en la mesa de negociación?

El 'acuerdo de Copenhagen' lleva implícita la respuesta a esta pregunta. La idea, el objetivo principal de esta cumbre no radicaba en la generación de un nuevo acuerdo global para una relación sostenible entre el hombre y el delicadísimo sistema que lo sostiene. No. En estos días se negociaron dólares sobre vidas, puntos porcentuales de crecimiento sobre ecosistemas y poblaciones.

Tragedia anunciada. Este resultado era de esperarse, como sería de esperarse que en un ejercicio similar en una escuela primaria (inclusive a nivel medio superior) el resultado fuera algo completamente diferente.

Fondos multimillonarios, especialistas, expertos negociadores, investigaciones multimillonarias y toda la capacidad tecnológica del mundo... sólo díganme ¿para qué?

Un espectáculo más. Un ridículo despilfarro de dinero. La promesa de que el próximo año será diferente.

Tal vez, ahora con el fantasma de 25 mil niños que morirán en África a consecuencia de los efectos directos o indirectos del cambio climático se ablande el corazón de los tomadores de decisiones de la humanidad.

Puede ser. Pero yo no pienso esperar.

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