1.12.08

Sobre las condiciones que nos dejaron como estamos

La luz y la oscuridad, lo sagrado y lo profano, el orden y el caos, solo son unas cuantas de las dicotomías bajo las que vivimos. Se nos ha enseñado que son extremos excluyentes, antagonistas eternas con las cuales uno tiene que formar sus valores. A cada extremo le dimos un nombre y le construimos un ídolo, se nos enseño a temerles o venerarlos dependiendo de la imagen que le dimos. Les creamos un mito, les hicimos liturgias, los interiorizámos y les llamamos dios.

Dependiamos de nuestros ídolos, teníamos que rendir culto cada amanecer agradecidos de que se nos hubiera devuelto el día. Como hijos que deben obediencia a un padre porque el padre tiene la respuesta a todas la preguntas.

Llegó Prometeo (el primer terrorista según Zeuz) y en acto potencialmente suicida llevó la luz a las manos profanas del hombre. En las primeras desveladas de la humanidad desarrollamos el lenguaje y con el lenguaje preguntas que se lanzarían primero como piedras, después como lanzas, fechas, dardos y balas que irían cada vez mas alto y mas lejos.

Un día una bala perdida no fue contestada. Enloquecidos por el olor a sangre de los dioses, el aroma a duda dirigió el fuego de la razón a los ídolos que habían dominado al hombre por milenios. Monolitos, imagenes y cruces cayeron hechos pedazos. Se anuncio el primer dei-cidio. Dios estaba herido de muerte.

Desgraciadamente la razón fue una mala ganadora, con un triunfalismo grosero cantó victoria demasiado pronto. Logramos prender un fuego en la oscuridad pero al hacerlo quedamos condenados a contemplarlo eternamente, agazapados frente a la luz y el calor temerosos de alejarnos de ella. Negamos la existencia de que hubiera algo mas y al hacerlo, quedamos reclusos en el reino de lo científicamente comprobable. Súbditos ahora de la razón gráfica instrumental los hombres hemos domesticado nuestra pensamiento. Ya no pensamos de otra manera que no sea la socialmente aceptada.

Se permitio trasgredir todo, cuestionar y deconstruir aquellos edificios de milenios de antigûedad pero siempre bajo la mirada de los ojos dorados del capital. Que en algún momento lo volvimos un mito, lo pusimos en el mismo mausoleo donde quedaron las ruinas de los antiguos ídolos y regresamos a donde estábamos antes. Mientras avanzabamos rompiendo todo a martillazos ignorabamos que todo se reconstruía con valor agregado.

Y sin embargo, hoy nos damos cuenta que la fiesta de la razón esta a punto de terminar con un saldo rojo. Después de romper la copia de la copia de la copia, de frente al vacío nos damos cuenta que ese sistema que construimos con ella no solo se ha vuelto abstracto e indiferente hacia los hombres que lo crearon. Hoy que todo es relativo, que se acabaron los contrastes vemos que aquello que estaba concebido para ser eterno se devora a si mismo.

Los fantasmas del milenarismo nos acosan por todas partes, la luz penetrante de la razon solo alumbra una crisis. No se puede concebir el todo, pero todo es a la vez causa y efecto de algo mas.

La reflexion ante la crisis; la reafirmacion de la vida, de la belleza y la magia dentro de ella y la certeza frente a la catastrofe atravieza todas y cada una de las capas de la vida de los hombres. Este espacio esta concebido para ser precisamente eso, algo inherente a nuestros tiempos.

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